El vuelo de los cóndores
Historia de su publicación
Valdelomar debió tener ya en mente el proyecto del cuento antes de partir a Italia como diplomático en 1913. En la ciudad de Roma lo escribió, con la idea de que formaría parte de un proyectado libro de cuentos de “sabor peruano”. Todo estos datos se desprende de la correspondencia que el escritor sostuvo entonces con su amigo, el poeta Enrique Bustamante y Ballivián, y con su madre, la Sra. Carolina Pinto de Valdelomar.
Sinopsis
La historia se desenvuelve en el puerto de Pisco, en la costa desértica peruana, a fines del siglo XIX. El autor narra una experiencia inolvidable que tuvo siendo niño: su encuentro con el mundo del circo (una de las pocas distracciones de los niños en ese entonces), y su amor platónico por una hermosa niña que actuaba de trapecista en dicho circo. Aunque hay que señalar que su relato no es estrictamente autobiográfico, sino que está recreado e idealizado, usando las licencias permitidas a los creadores literarios. El mismo escritor lo explica en la ya citada carta que dirige a su madre: “Naturalmente, hay mucho de fantasía, pero mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas cosas”.
Estructura
Este cuento está dividido en siete secciones o capítulos cortos.
I.- Luego de salir de la escuela, a las 5 de la tarde, Abraham se detiene en el muelle, para ver el desembarco del circo. Observa a varios de los recién llegados, entre quienes la muchedumbre identifica al barrista, al domador y al payaso; ve también a una niña rubia y sonriente, que iba llevada de la mano de un hombre viejo y adusto. Esta distracción le costó a Abraham llegar tarde a su casa, ante la preocupación de su madre y sus hermanos. Lo castigan: sin dejarlo cenar lo mandan a su habitación. Su pequeña hermanita trata de consolarlo regalándole sus pequeños bienes: unas galletas, un trompo y unos centavos. A ella le cuenta sobre la llegada del circo y sus integrantes. Luego la madre sube a verle y le riñe blandamente, para finalmente perdonarle.
II.- Aquella noche,Abraham sueña con el circo. Ve a todos los artistas, a los volantineros, incluyendo a la niña rubia que le sonríe. Llega el día sábado y durante el almuerzo el padre da una grata sorpresa a sus hijos: saca de su bolsillo un sobre que contenía entradas del circo, para toda la familia. Leyendo el programa Abraham se entera que uno de los actos más temerarios y emocionantes, denominado el “Vuelo de los cóndores”, será realizado por una niña trapecista, que no podría ser otra sino la misma que había visto en el muelle: Miss Orquídea.
III.- Otro día se oye ruidos en la calle, y Abraham y sus hermanos salen a ver lo que ocurría. Era el desfile de los artistas y volantineros del circo. Precedidos por una orquesta de músicos, iban montados en sendos caballos la hermosísima miss Blutner, el musculoso barrista Mister Kendall y la niña trapecista Miss Orquídea, “una bellísima criatura, que sonreía tristemente”. Más atrás iba el mono, montado en un pequeño asno, y el payaso Confitito, que deleita a la muchachada con sus coplas burlescas. El cortejo se pierde al finalizar la calle, tras una inmensa polvareda.
IV.- Llega el día tan esperado. Toda la familia asiste al circo. Abraham contempla emocionado el espectáculo. Ante sus ojos desfilan el barrista que daba el salto mortal, el caballo que respondía los problemas de aritmética con movimientos de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía formidables piruetas y los graciosos payasos. Luego se anuncia el número más esperado: el “Vuelo de los Cóndores.”
V.- El acto de acrobacia llamado el “Vuelo de los Cóndores” lo realiza Miss Orquídea una chica sencilla. La prueba consistía en que la niña tomara el trapecio y, colgada de él, atravesara el espacio donde otro trapecio lo esperaba, debiendo en la gran altura cambiar de trapecio. Ante un público silencioso e inmóvil, la niña logra con éxito la riesgosa prueba. Se escuchan aplausos delirantes del público sorpresivamente del acto, lo que empuja al dueño del circo a ordenar la repetición del acto. Pero en esta segunda oportunidad "Miss Orquídea" se suelta del trapecio, cae en la red y rebota repetidamente, golpeándose de mala manera. Abraham ve con espanto cómo el pañuelo de la delicada niña se mancha de sangre, al momento en que la auxilian.
VI.- Pasan algunos días. Abraham recuerda aún con tristeza a la pobre niña humilde. El padre de Abraham ya no quería que sus hijos fueran al circo, a pesar que ya no daba el “Vuelo de los cóndores”. El sábado siguiente vuelve a pasar por la calle el cortejo del circo, pero "Miss Orquídea" ya no figura en él. Solo iba su caballo, con un listón negro.
VII.- Algunos días después, cuando iba a la escuela por el camino de la playa, Abraham descubre de lejos a "Miss Orquídea" postrada en un sillón en la terraza de una casa frente al mar. La ve muy pálida y delgada. Ocho días seguidos repite el ritual de contemplarla a la distancia. No cruzan palabras y solo se sonríen mutuamente. Al noveno día, Abraham ya no la encuentra y entonces recuerda que el circo estaba a punto de partir. Corre entonces hacia el muelle, y justo llega cuando "Miss Orquídea" se disponía a subir al botecillo que la llevaría al vapor en que se marcha el circo. Se cruzan las miradas. Musitan el adiós. A la distancia el pañuelo que "Mis Orquídea" agita despidiéndose semeja un ala rota, una paloma agonizante .